sábado, 8 de mayo de 2010

Día 5: mi tía y yo

Admito que soy un poco (muy) desordenada. Evidentemente el desorden no me afecta en lo más mínimo, sino supongo no viviría en este caos.

Más allá de eso, adoro estar en mi casa escuchando la cumbia villera de los vecinos, los gritos de la gorda del K y de sus hijitos a las 2am (¡¿Qué hacen despiertos dos nenes a las 2am?!). No, mentira, ahora va en serio, me gusta mucho estar en casa y vivir sola. Creo que desde que nací quise vivir sola. Mis primeras palabras fueron "¿ya puedo irme a vivir sola?". Siempre quise hacer todo sola y de hecho, así fue desde mis 14-15 años. 

Los sábados y domingos son un encanto para mi. Salvo para conseguir víveres, no tengo la obligación de salir de mi casa y eso es genial. No obstante, hoy en particular, he salido, aparte de para conseguir víveres, a merendar con mi tía a una confitería que queda a una cuarda de casa. Estaba a una cuadra de casa, así que la salida no era "tan" grave. Además, hace mucho mucho que no la veía.

La puse al día de mi vida y mis cosas y nos quedamos filosofando un buen rato. Tanto rato que se hizo la hora de cenar y nos fuimos a cenar. Fuimos a una famosa pizzería de microcentro que estaba repleeeta de gente. Por suerte conseguimos sentarnos pronto.

Las mesas estaban super amuchadas y solo unos pocos centímetros nos separaban de las mesas lindantes. A mi izquierda había una familia de adultos que, por la tonada, parecía ser del interior. La mesa de mi derecha, tuvo recambio como tres veces durante nuestra estadía en la pizzería. Primero, había dos hombres, luego una pareja, luego una familia de tres (madre, padre e hijo). Pero yo quiero contarles sobre la pareja.

Esta pareja era de Brasil, estaban sentados a mi derecha en una mesa para cuatro personas. Si bien podrían haber elegido sentarse en el costado pegado a la columna, el cual estaba más alejado del diminuto pasillito que separaba a nuestra mesa de la de ellos, no lo hicieron. Para joderme la existencia se sentaron lo más cerquita posible nuestro.

Él era un chico atractivo, canchero, pelo castaño, rapado, altura estándar para un hombre. Ella, a primera vista, parecía una trola y estoy siendo objetiva. Yo cuando veo una mujer linda, lo puedo decir sin ningun tipo de resentimiento, pero ella parecía una trola. Primero, el maquillaje. Labios bien rosa pastel, ojos bien pintados y cachetes con bastante rubor. Casi como una actriz porno. Llevaba un vestido rojo escosés que se abrochaba por delante y apenas le tapaba el trasero, el cual supongo que para que no se le viera, estaba cubierto por unas medibachas negras de esas que se usan ahora.

Obviamente, cada uno hace de su culo un florero si quiere, así que hasta ahi todo en orden. Ahora bien, sinceramente, no me interesa ser testigo en primera fila de todos los besos que se quieren dar por encima de la mesa y menos mal que no se sentaron los dos del mismo lado de la mesa, porque ahi sí probablemente les iba a tener que decir que se ubiquen.

Hay un lugar y un momento para todo, el franeleo se hace en el ámbito de tu privacidad y yo no tengo por qué ser testigo de cómo se introducen las lenguas hasta la garganta. ¿Está claro? Gracias.

2 comentarios:

Christian B. dijo...

O sos de apreciar muchos detalles (Como la cantidad de veces que roto una mesa cercana a vos) o la conversacion con tu tia no era tan atrapante como lo pusiste, jaja.

Y si, los sabados y domingos son para recuperar energias, no para realizar mas labores. Lamentablemente vivimos en un mundo donde los viveres no vienen a vos por voluntad propia.

Alba dijo...

Christian Soy de apreciar muchos detalles y la conversación fue buena. Además, que esté conversando no me impide mirar a mi alrededor!

De todos modos, los víveres pueden venir a vos si hacés compra virtual al super, pero a mi me gusta ir al super por algun extraño motivo.